Somos, en efecto, una droga poderosa que puede iluminar todo lo que imaginemos. Y una vez liberados, no hay droga química, ni pantalla, ni ejército que pueda detener el efecto seductor y opiáceo que provoca nuestra aparición. Para construir un nuevo mundo hay que imaginarlo. Y para imaginarlo hay que liberarse. Esa liberación conlleva a la creación de una nueva humanidad.

                                                                                    -- El jardín de las peculiaridades

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